Aquella noche, sentada en un rincón familiar de un café, miraba la página de emparejamiento de BTC Sugar Dating en mi teléfono. Como Sugar Baby activa en la plataforma durante dos años, estaba acostumbrada a conocer a diferentes personas, intercambiar tiempo y compañía, y cerrar cada encuentro con el sonido de una transferencia de Bitcoin. Esta vida me daba control, pero en el fondo sentía que faltaba algo. Entonces la conocí a ella—Linh, una chica que era como un espejo, reflejando partes de mí que nunca me atreví a enfrentar.
La interfaz de BTC Sugar Dating siempre fue intuitiva, con reglas claras y transparentes. Mi perfil era sencillo: 28 años, amante de la literatura y los viajes, buscando conexiones breves pero significativas. Ese día, el sistema me emparejó con Linh, cuyo perfil era sorprendentemente similar: misma edad, pasión por los libros, gusto por viajar sola, incluso el tono de su descripción se parecía al mío. Una extraña inquietud me invadió, como si hubiera conocido a una extraña demasiado familiar. Envié el primer mensaje: “Hola, tu perfil me intriga. Parece que somos parecidas.” Ella respondió: “Jaja, yo también lo pensé. ¿Un café?”
Nos encontramos en un café-librería vintage, con estanterías de madera y aroma a café que calmaba. Llegué temprano, tomando un café negro mientras hojeaba El bosque de Noruega de Murakami. Linh entró con una camisa blanca simple, su sonrisa reservada, casi escrutadora. Hablamos de Murakami—ella amaba la soledad de *El bosque de Noruega*, yo prefería la filosofía de *Kafka en la orilla*. La conversación fluyó, pero sus ojos mantenían una distancia cautelosa, como si estuviera lista para irse en cualquier momento.
“¿Por qué estás en BTC Sugar Dating?” pregunté con cuidado. Sonrió levemente. “Quiero controlar mi tiempo y saber cómo me ven los demás.” Sus palabras fueron un espejo. ¿No era esa mi razón para estar aquí? Ambas usábamos la transparencia de las transacciones de Bitcoin para crear una intimidad controlada, pero detrás, había un anhelo por algo real.
En nuestro segundo encuentro, paseamos junto al río, con las luces de la ciudad reflejándose en el agua. De repente, ella habló de su infancia: una familia rota, un deseo de amor mezclado con miedo a ser herida. Me quedé helada—era mi historia. Compartí cómo la frialdad de mi familia me enseñó a poner límites emocionales en esta plataforma. Su mirada se suavizó. “Huimos de lo mismo, solo de formas distintas.” Sonó la notificación de la transferencia de Bitcoin, pero se sintió menos como una transacción y más como una confesión compartida.
En el tercer encuentro, me dio un cuaderno con sus poemas. “Esto es parte de mí”, dijo. Los versos estaban llenos de soledad y lucha, reflejando mi corazón. Comencé a preguntarme si era solo otra Sugar Baby o una proyección de mi destino. Compartimos más—historias de clientes, miedos sobre el futuro, sentimientos complejos sobre la plataforma. Dijo: “BTC Sugar Dating me da seguridad, pero a veces me pregunto si escondo mi verdadero yo detrás de los tratos.”
En el cuarto encuentro, la inquietud creció. Tras cada transferencia de Bitcoin, ella decía: “Esto es nuestro contrato, no pienses demasiado.” Pero no podía dejar de preguntarme si, como yo, ella quería más. En un pequeño bar, mientras bebíamos, preguntó: “Si encontraras a tu verdadero yo, ¿te daría miedo?” Su pregunta atravesó mis defensas, y no supe responder.
En nuestro último encuentro, dijo que dejaría la plataforma para buscar “una vida más real”. Pregunté qué significaba eso, pero solo sonrió: “Quizá tú eres mi futuro, o yo tu pasado.” Envió una última transferencia de Bitcoin y desapareció de mis contactos. Mirando la pantalla, su sombra permanecía en mi mente. ¿Era real, o solo una proyección que me obligaba a enfrentar lo que evitaba?
Los psicólogos dicen que buscamos nuestro reflejo en los demás. La transparencia de BTC Sugar Dating me hizo creer que lo controlaba todo, pero Linh me mostró que huía de la parte de mí que anhelaba ser comprendida. Sus historias, poemas y preguntas me enseñaron que con Bitcoin se puede comprar tiempo, pero no las respuestas del alma. Esta breve conexión me obligó a repensar mis límites y deseos. Tal vez la verdadera libertad no está en la seguridad de los contratos, sino en aceptar tus vulnerabilidades y seguir adelante.