En la plataforma BTC Sugar Dating, al principio dudé de su sinceridad, pero cuando la transferencia de Bitcoin llegó, supe que hablaba en serio. Esta conexión breve pero intensa me hizo replantearme qué significa un compromiso verdadero.
Cuando recibí su primer mensaje en BTC Sugar Dating, no le di demasiada importancia. Su perfil era minimalista: una silueta borrosa en un café y una sola línea, “Busco a alguien con quien charlar.” Pensé que sería otro match casual — muchos vienen a esta plataforma solo a probar aguas. Respondí con un saludo educado, con un toque de cautela, preguntando de qué quería hablar. Su respuesta fue lenta pero sincera: “¿Qué te ha hecho feliz lately? O algo que te haya entristecido, quiero escucharlo.” Me sorprendió. No había prisa por avanzar, solo una honestidad tranquila.
Empezamos a charlar esporádicamente, de cosas cotidianas a sueños para el futuro. A diferencia de otros, no insistió en vernos, sino que dedicó tiempo a conocerme —mis pasiones, mis estrés, incluso una película que mencioné de pasada. Días después, lo traía de nuevo: “Dijiste que te gustaba La La Land — ¿por el final?” Esa atención bajó un poco mi guardia, pero seguía dudando: ¿era una actuación o genuino? En BTC Sugar Dating, había visto demasiados que empezaban con entusiasmo y luego desaparecían.
Semanas después, propuso encontrarnos. Elegí un café discreto, perfecto para un primer encuentro. Llegó con una chaqueta gastada, un libro en mano, su aura tan discreta que apenas coincidía con su imagen en línea. Tras algo de charla inicial, fue al grano: “Quiero hablar de cosas reales, no solo charlar por charlar.” Mi corazón dio un vuelco. “¿Como qué?” — pregunté con cautela. Se quedó en silencio un momento, luego dijo: “Por qué necesito esta plataforma.” Su tono cansado despertó mi curiosidad, pero me mantuve alerta.
Hablamos tres horas. Confesó que el estrés laboral había destruido su círculo social y lo había alejado de su familia. “No busco amor,” dijo, “solo alguien que me escuche.” Su vulnerabilidad casi me convenció, pero aún tenía dudas. Al despedirnos, preguntó si querría verlo otra vez, prometiendo un transferencia de Bitcoin vía la plataforma como muestra de respeto. Acepté, aunque en mi interior lo vi como otro prueba.
Al día siguiente, la app de BTC Sugar Dating notificó un transfer. La cantidad era modesta, pero la transparencia me dejó boquiabierta —hora, dirección, todo registrado. Cuando revisé mi cartera y vi el Bitcoin, mis dudas se disiparon. No por el dinero, sino por la intención detrás. Sin promesas grandilocuentes ni halagos excesivos —solo un gesto simple que probaba su seriedad.
En nuestro segundo encuentro, trajo una botella de vino tinto que había mencionado, queriendo relajar el ambiente. La conversación se hizo más profunda: compartió una experiencia fallida en negocios, su voz cargada de dolor reprimido. Intenté consolarlo, pero me detuvo: “No hace falta que digas mucho, solo escucha.” Ahí supe que para él no era solo un trato —era una vía emocional. La confianza del transfer me llevó a invertir más, y él respondió con respeto, sin cruzar límites.
La tercera vez, me esperó con un paraguas, habiendo previsto lluvia. Eso me conmovió, pero también me asustó. “¿Por qué tanto esfuerzo? Esto es solo un negocio, ¿no?” — pregunté. Se quedó callado, luego dijo: “Porque no quiero que este tiempo parezca barato.” Sus palabras me atravesaron, y me di cuenta de que también me importaba esta relación.
La cuarta vez, llegó 20 minutos tarde, llamó diciendo que su coche se había averiado, con disculpas en la voz. Estuve a punto de enfadarme, pero cuando llegó jadeando con mis pasteles favoritos, me reí. En ese instante, no era solo un “cliente” —era alguien que se preocupaba por mí. La transparencia de los pagos Bitcoin sentó las bases, pero sus actos añadieron calidez.
La quinta vez, dijo que podría ser la última —se iba al extranjero por un tiempo. “¿Volverás?” — pregunté. Sonrió: “Si aún quiero hablar, sí.” Nos sentamos mucho tiempo junto a un lago; envió el último transfer de Bitcoin y se fue en silencio. Mirando el registro de la transacción, sentí emociones encontradas. Ese momento me enseñó que la confianza no está en la eternidad, sino en el valor de prometer ahora.
Tras el fin de esta relación, a menudo recuerdo ese instante del transfer. BTC Sugar Dating me dio un espacio, pero su sinceridad tras ese número transparente me conmovió. Quizás el verdadero compromiso no está en la eternidad, sino en el coraje del momento.