Era una noche cualquiera en mi apartamento en el centro de Madrid, con las luces de la ciudad parpadeando afuera. Mi teléfono vibró con un mensaje de BTC Sugar Dating, una plataforma que había comenzado a explorar. Su nombre era Sofía, y su perfil decía que le gustaban “el café de medianoche y las charlas sinceras”. Su foto, una silueta contra el horizonte urbano, tenía un encanto enigmático. Abrí su mensaje: solo una dirección de billetera Bitcoin y las palabras “Buenas Noches”. Fue como un susurro que dejó una huella sutil en mí.
Descubrí a Sofía una semana antes en BTC Sugar Dating. Su perfil era sencillo, sin adornos, solo unas líneas sobre buscar conexiones auténticas y esa foto evocadora. Intrigado, le escribí: “¿Qué es para ti una charla sincera?” Respondió rápido, con un toque juguetón: “Una sin rodeos. ¿Te animas?” Hablamos de noches madrileñas y libros, su franqueza era refrescante, algo que no sentía hace tiempo.
Lo que me atrajo de BTC Sugar Dating fue su claridad. A diferencia de las apps de citas llenas de flirteos vagos, aquí todo era directo. El sistema de pago con Bitcoin fue un descubrimiento: rápido, privado, sin rastros bancarios. Me daba control, sabiendo cuánto invertía mientras respetaba sus límites. El tercer día de charlas, Sofía mencionó casualmente que, si quería seguir, podía enviar Bitcoins a su billetera a través de la plataforma. Su honestidad me gustó, así que lo hice. Esa noche, envió un emoji sonriente y “Buenas Noches”.
Nuestra primera cita fue en un bar de jazz en Malasaña. La noche estaba fresca, un saxofón sonaba suavemente. Sofía llegó con un suéter negro, el cabello suelto en una coleta baja, con una elegancia natural. Pidió un café solo y sonrió: “Me gusta lo simple: este café o alguien que no haga demasiadas preguntas.” Me reí, sorprendido por su franqueza. Hablamos de su pasión por escribir guiones y mis presiones laborales. Me preguntó: “¿El éxito te hace sentir más solo a veces?” Admití que sí. Ella asintió, con una mirada comprensiva. Antes de irme, envié Bitcoins por la plataforma. Miró su teléfono y dijo: “Gracias. Buenas Noches.”
Seguimos hablando, siempre sobre pequeños detalles de la vida. Sofía no compartía mucho de su pasado, y yo no preguntaba. Su aire misterioso me atraía. Cada charla terminaba con una dirección de billetera y “Buenas Noches”, un ritual que me emocionaba y desasosegaba a la vez. ¿Quién era ella en verdad? Pero su “Buenas Noches” me mantenía a raya de preguntas profundas.
La tercera cita fue en una librería en Chueca. Estaba hojeando El bosque de Noruega de Murakami. Hablamos de la soledad, y ella dijo: “La soledad no siempre es mala. Te enseña lo que quieres.” Le pregunté qué quería ella, y sonrió: “Esa es una gran pregunta. Quizás la próxima vez.” Esa noche, llegaron la dirección y “Buenas Noches”, pero quedó un regusto agridulce.
La última cita fue un paseo por el Manzanares. La brisa nocturna era fresca. Mencionó que de niña soñaba con ser artista, luego dijo: “BTC Sugar Dating me deja elegir con quién paso el tiempo, pero también me recuerda no acercarme demasiado.” Sentí un nudo en el pecho. “¿Por qué?” pregunté. Sonrió: “Gracias por la compañía. Buenas Noches.” Esa noche, envió su última dirección de billetera. Envié los Bitcoins, pero no hubo respuesta.
En mi apartamento, reflexioné sobre esta breve conexión. Sofía fue como una brisa: llegó y se fue sin dejar rastro. BTC Sugar Dating me permitió conocerla, pero también me enseñó la belleza de lo efímero. Su “Buenas Noches” fue una despedida suave, pero profunda. ¿Qué es la intimidad? ¿Promesas eternas o estos momentos honestos? Tal vez el encanto de BTC Sugar Dating está en valorar el ahora, aunque termine con un simple “Buenas Noches”.