Mi Sugar Baby, que solo habla de libros, no de amor

La conocí en BTC Sugar Dating. Se llamaba Clara, y su perfil decía que era bibliotecaria, apasionada por la lectura y las notas a mano. Su foto era sencilla: un selfie en una librería, con estanterías de fondo y una sonrisa sutil pero intelectualmente atractiva. Su biografía decía: “Sin romances, solo libros. Si tienes un buen libro para compartir, estoy dispuesta a escuchar.” Esa frase me atrapó; en una plataforma llena de materialismo y deseo, sus palabras eran como un soplo de aire fresco. Le escribí, y respondió rápido: “¿Qué has leído últimamente? Dímelo, y decidiré si nos encontramos.”
 
Nuestra primera cita fue en una librería antigua del centro, donde el aroma del papel viejo y el crujir del suelo de madera llenaban el aire. Llevaba un suéter beige, sosteniendo *Los hermanos Karamazov*. Se sentó y preguntó: “¿Por qué elegiste este libro?” Me quedé helado; lo había mencionado al azar, sin haberlo terminado. Ella sonrió: “No pasa nada. Dime qué piensas, aunque sea solo la mitad.” Hablamos de los dilemas morales de Dostoievski y las luchas de sus personajes, sin mencionar nada personal. Antes de irme, le envié un pequeño pago en Bitcoin a través de BTC Sugar Dating. Revisó su teléfono, asintió y dijo: “Gracias por tu tiempo y tus ideas. Trae otro libro la próxima vez.”
 
El Bitcoin hizo todo simple y transparente, sin complicaciones ni regateos. La naturaleza descentralizada de BTC Sugar Dating hacía que nuestra relación fuera limpia e igualitaria. Intercambiábamos ideas dentro del marco de los libros; ella ofrecía compañía, yo pagaba, sin expectativas innecesarias.
 
La segunda cita fue en una cafetería acogedora, con mi ejemplar de El amor en los tiempos del cólera sobre la mesa. Abrió el libro, leyó un pasaje y preguntó: “¿El amor es destino o una enfermedad?” Sorprendido, intenté responder basándome en la trama, pero ella llevó la conversación a un nivel más profundo con facilidad. Hablamos del realismo mágico de Márquez y la relación entre amor y tiempo, evitando temas personales. Su reserva me intrigaba y frustraba a la vez, pero respeté sus límites. Tras la cita, envié el pago, y ella escribió: “Gracias por el libro. Interesante. ¿No ficción la próxima vez?”
 
La tercera cita fue en una librería independiente que organizaba un club de lectura gratuito. Llevé *Sapiens*, ella *El café de los existencialistas*. En el club, habló con pasión sobre Sartre y de Beauvoir, con ojos brillantes. La observé, sintiendo algo más profundo, pero ella mantuvo la distancia, centrada en los libros. Después, envié el pago, y ella dijo: “Tus elecciones son cada vez más profundas. Sigue así.” Su tono era como el de una maestra alentando a un alumno, y me reí.
 
Con cada encuentro, esperaba con más ganas nuestras charlas. A diferencia de otras Sugar Babies, Clara no se enfocaba en el dinero ni en las emociones; su mundo parecía hecho solo de libros. Compartía un poema y me preguntaba por mi visión de la vida, o recomendaba un texto filosófico oscuro y escuchaba mientras intentaba descifrarlo. Su compañía era intelectual, pero me llenaba de una manera inesperada. BTC Sugar Dating lo hizo posible: el Bitcoin garantizaba transacciones transparentes, y su sabiduría y reserva convertían cada encuentro en un pequeño club de lectura.
 
Un día, paseamos por un mercado de libros al aire libre junto al río. Tomó una edición vieja de Walden y dijo: “Thoreau dice que la simplicidad es libertad. ¿Qué opinas?” Admití que envidiaba esa vida, pero la realidad obliga a compromisos. Asintió, me dio el libro y dijo: “Es para ti. Léelo.” Fue su primer regalo, y dentro de la cubierta escribió: “La libertad está en la elección.” Esa nota me conmovió.
 
El quinto encuentro fue en la biblioteca donde trabajaba. Llevaba cinco años allí y conocía cada estante de memoria. En un rincón tranquilo de la sección de literatura, sacó El principito y dijo: “Lo has leído, pero hablemos de él.” Discutimos sobre el planeta del príncipe, el sentido de la soledad y la lección del zorro sobre domesticar. Dijo: “Los libros son más simples que la realidad.” Me aventuré a preguntar por qué elegía este tipo de relación. Sonrió débilmente: “Los libros no me decepcionan, las personas sí.” Fue lo más cerca que estuvo de revelarse, pero no insistí.
 
Tras ese encuentro, envié el pago como siempre. Lo revisó y escribió: “Gracias por la compañía. Terminamos este libro. ¿El siguiente?” Respondí: “Claro, ¿cuándo?” Pero no contestó. Días después, su perfil estaba oculto, como si hubiera desaparecido de la plataforma. Sentí un leve vacío, pero al mirar su *Walden*, supe que nuestra conexión era completa a su manera.
 
Clara nunca habló de amor, pero me enseñó a repensar la compañía. En BTC Sugar Dating, intercambiamos Bitcoin por tiempo y libros por pensamientos, creando un lazo puro. Su reserva y sabiduría mostraron que la intimidad intelectual no necesita promesas ni eternidad. Como un buen libro, es el eco lo que importa.
 
Esta experiencia me enseñó que el valor no está solo en el dinero o el romance, sino en los cruces breves pero profundos. BTC Sugar Dating no es solo una plataforma de transacciones, es un espacio para explorar el yo y a los demás. A través de las páginas, encontré algo más puro que el amor: una libertad sin definir.