Antes de escribir esto, acabo de rechazar una invitación a una «noche de networking del sector» en Madrid.
Durante los últimos dos años, he asistido al menos a 50 de estos eventos. Me he puesto mis mejores vestidos, he practicado mi presentación innumerables veces y he conseguido más de 300 contactos en LinkedIn. ¿El resultado? Ni una sola persona me recuerda de verdad.
Trabajo en Relaciones Públicas y había tocado un techo de cristal. Me di cuenta de que no me faltaba esfuerzo, sino el «pase VIP». Un amigo bromeó: «En lugar de repartir 100 tarjetas de visita en la puerta, ¿por qué no conoces a la persona que decide quién entra?».
Fue entonces cuando recurrí a un canal poco convencional: Btcsugardating. Mi objetivo era estratégico: encontrar un «conector».
Hice «match» con el «Señor T», socio de una importante firma de cazatalentos y consejero de varias empresas cotizadas. Nuestro acuerdo era claro y platónico: yo sería su acompañante inteligente y «segura» para eventos de negocios que él consideraba aburridos.
El primer evento fue una cena privada en un club exclusivo. Me presentó de forma sencilla: «Esta es mi joven amiga, tiene unas ideas muy interesantes sobre comunicación de marca.» Durante la cena, me presentaron al CEO de una empresa cotizada. En lugar de halagarle, señalé un sutil punto ciego cultural en la reciente campaña de relaciones públicas de su empresa. Quedó impresionado y me dio su tarjeta.
Pero la parte mágica vino después. Empecé a entrar en círculos más exclusivos. En una cata de whisky privada, conocí a un legendario fundador de un fondo de criptomonedas, un joven tímido con una sudadera de Lululemon que rara vez habla en público. No me acerqué a él directamente. En su lugar, al hablar con un amigo en común, hice un comentario agudo sobre un proyecto de blockchain de nicho en el que sabía que él estaba invertido. Minutos después, ese amigo volvió: «Oye, quiere tu contacto. Le ha impresionado tu argumento».
Esa noche me abrió el mundo. El tímido genio de las cripto se convirtió en uno de mis clientes más importantes. El CEO de la empresa cotizada se convirtió en un socio a largo plazo.
En nuestra última «cena de trabajo», le di las gracias profusamente al Señor T. Él solo sonrió y dijo: «Yo solo te abrí una puerta. El camino lo recorriste tú sola. Fue tu propio valor lo que te permitió quedarte en la sala».
Solo conocí seriamente a una persona en Btcsugardating, pero él me trajo el mundo entero. Por fin entendí que el más alto nivel de socialización no es lanzar una red amplia, sino encontrar a ese «navegante» que puede llevarte al océano.